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Dorado sobre porcelana.





Aunque parezca á primera vista que el dorado sobre porcelana es un caso particular del adorno de las vajillas, vamos a esponer aqui los procedimientos de su aplicación porque no tienen una conexión tan íntima como generalmente se cree con la fabricación misma de la porcelana. Una capa muy delgada del metal precioso es la que cubre los "objetos, para que parezca que están hechos enteramente de oro. Para que se pueda entender un metal sobre la porcelana, es preciso que sea maleable y que ademas sea inalterable por la acción del fuego y del aire. Cuatro metales únicamente hay que gocen mas ó menos de estas propiedades: el oro, el platino, la plata y el cobre. Sin embargo, los vapores sulfurosos esparcidos en nuestras habitaciones alteran muy pronto el brillo y el color del cobre y dé la plata, de lo cual resulta que el primero solo se emplea como lustre y que el uso de la plata es muy limitado. Sin embargo, Mr. Barral asegura haber visto fabricar en Alemania un gran número de tazas y platillos plateados. Trataremos especialmente de la aplicación del oro y del platino. La excelente otra que recientemente ha publicado sobre las artes cerámicas Mr. Alejandro Brongniart, ilustre director de la manufactura real de Sévres, nos permitirá tratar completamente la cuestión.

Aplícanse los metales reducidos á polvo muy fino con el pincel, como se hace con los colores: en seguida se recuecen las piezas en la mufla, y, por último, se bruñen ó se les saca lustre, según sea el espesor que se quiere dar á la capa. El lustre solo consiste en una capa tan sumamente delgada que los metales reflejan algunas veces los colores del arco iris. La capa siempre debe ser mucho mas gruesa cuando ha de sufrir la operación del bruñido. Distinguiremos tres operaciones en la aplicación de los metales sobre la porcelana, á saber: la preparación de los metales, su aplicación y cocido, y, por último, su bruñido y pulimentado.

Preparación de los metales.[]

Vamos á ocuparnos primeramente de la preparación de los polvos metálicos que producen capas susceptibles de ser bruñidas.

Preparación del oro.[]

Prepárase el polvo de oro precipitando la disolución de oro en agua regia, bien por medio del sulfato de hierro, bien por el proto-nitrato de mercurio, bien por los procedimientos mecánicos, en virtud de los cuales obtiénese el oro en conchas.

  1. Por el sulfato de hierro. Este es el procedimiento que da los dorados mas sólidos, aunque son los mas caros. Se disuelven 100 partes en peso de oro en 1,800 de agua regia compuesta de 2 partes en peso de ácido hidroclórico del comercio v una de ácido nítrico común. Se deja que la disolución se haga por sí misma, se estiende con gran cantidad de agua, y se vierte en ella hasta que ya no se precipita, una disolución muy estendida de sulfato de protóxido de hierro recientemente preparado y filtrado. Se deja que el precipitado se reúna en el fondo del vaso, se decanta y se lava con agua hirviendo. Luego se seca lentamente al baño de maría.
  2. Por el nitrato de mercurio. Se tratan 150 partes en peso de mercurio destilado por 400 de ácido nítrico común, sin mezcla alguna; se deja que la reacción se opere lentamente y en lo posible sin auxilio del calor. Se disuelven al mismo tiempo 25 partes de oro en 45O de agua regia de la misma clase que la anteriormente dicha. Su echa en esta última disolución, la primera de que hemos hablado, cuando los líquidos conservan todavía el calórico desarrollado por la acción química. La mezcla se enturbia y se deposita en forma de filamentos el oro metálico pardo amarillo. Se lava el precipitado con agua hirviendo y se seca en el baño de maría.
  3. Oro en conchas. Se muelen hojas de oro batido sobre un cristal con miel, azúcar, sal marina ó cualquiera otra materia dividente que el agua pueda estraer fácilmente: un hombre acostumbrado á este trabajo solo puede moler 60 gramos (2 onzas) de oro por día. Una vez molido el oro se pone en un vaso con agua muy caliente y se revuelve para que se disuelvan todas las materias solubles en el agua. Quedan en suspenso en el agua las partículas mas tenues del oro; se decanta el agua cargada con el oro mas fino, quedando en el fondo del vaso el oro que no lo es tanto: se continúa la operación, decantando siempre el oro que aparece en la parte superior. Se deja depositar el oro que hay en el agua de los lavados, se decanta el agua clara y se seca el precipitado en el baño de maría. Obtiénese do este modo oro mate, que es muy hermoso cuando se cuece un poco, aunque no tanto como el oro precipitado. El cocer el oro hace doblar casi el precio del metal. Recibe el nombre de oro en conchas porque se acostumbra conservarlo en conchas de almejas.
  4. Prepárase, por último, el oro del lustre de oro, haciendo precipitar una disolución de oro en agua regia, por medio del amoniaco. El compuesto que se precipita es oro fulminante; pero el precipitado no tiene esta propiedad sino cuando está seco. Por consiguiente no se deja que se seque, sino que se mezcla cuando todavía está húmedo con aceite esencial de trementina.


Preparación de la platina.[]

Cuando la platina tiene que bruñirse, prepárase, bien por disolución, bien mecánicamente: también se hace lustre de platina.

  1. Por disolución. Se disuelve la platina por medio del agua regia y se precipita la disolución por medio de la sal amoniaco. Se precipita una sal amarilla compuesta de 24.1 de sal amoniaco y 75.9 de bi-cloruro de platino, cuya sal contiene 44.32 de platina por 100. Se mete el precipitada en un crisol de tierra y se espone á una temperatura incandescente. Se desprende azoe, ácido hidro-clórico y sal de amoniaco, quedando la platina muy pura y hecha una esponja. Después que cesan de desprenderse los vapores, se saca del fuego, se estrae del crisol la masa esponjosa y se muele.
  2. La platina en conchas se prepara exactamente lo mismo que el oro; presenta un brillo metálico bastante vivo é inalterable.
  3. El lustre de platina se compone sencillamente de una disolución concentrada de cloruro de platino con un poco de esencia de espliego.

Aplicación de los metales[]

El oro y la platina empleados en adornos ó como fondo sobre vasijas deben fijarse en estas por medio de la acción del fuego, pero dicha acción no basta para que se adhieran á las vasijas cuyos barnices son terrosos, como porcelana dura, "algunos barros, etcétera, porque estos barnices no se reblandecen sino á la temperatura conveniente para cocer los metales. Usase un fundente que sirve de lazo de unión entre el metal y la porcelana.

El mejor fundente es el óxido de bismuto precipitado por medio del agua de su disolución en el ácido nítrico. No es preciso emplear para esta precipitación el carbonato de potasa, como algunas veces se ha hecho; los óxidos de níquel y de cobre que contienen muy á menudo bismuto metálico, también se precipitan entonces; basta la presencia de algunas milésimas de cobre para que el oro dé un buen mate. Se añade al óxido de bismuto 1/12 de boraj fundido. Para 1 parte de oro se pone 1/10 ó 1/15 de dicho fúndenle: se añade un poco de boraj para la platina y 1/10 Para la plata.

En París usan también como fundente una mezcla sencilla de carbonato de plomo y de boraj ó de ácido bórico: algunos doradores solo usan el carbonato de plomo.

El esmalte ó barniz do la porcelana de baños plomíferos, tales como las lozas ordinarias, las finas, las blandas, etc., son un fundente que basta para los metales que se ponen en ellas.

No se emplea ningún fundente para los lustres.

Para poder usar los metales con pincel, basta, después de añadirles el fundente, desleirlos y molerlos con un vehículo viscoso, que es, según las circunstancias, ó esencia de trementina mezclada con una esencia grasa, ó agua muy gomosa. Se muele sobre un cristal. Debe tenerse mucho cuidado de no agregar las moléculas y de no regenerar las hojuelas del oro debajo de la moleta.

Para hacer mas fluido el oro, se echa un poco de negro de humo. Esto es indispensable cuando se dora sobre verde de cromo con mucho fuego, porque se pueden ver mas fácilmente las líneas que se trazan.

Los pintores doradores se valen de pinceles de tejón ó marta, muy finos y largos, que puedan manejarse con facilidad para hacer los rasgos y contornos finos y delicados.

Concluida la operación de dorar, se cuece la pieza en la mufla; basta una temperatura algo superior á la necesaria para cocer los colores comunes mas duros. Cuando se desea hacer bien la operación, debe cocerse el dorado antes que ninguna otra clase de pintura.

Los dorados, cuando son bastante sólidos, tienen el inconveniente de ser caros, á causa de la cantidad de combustible que se necesita para cocerlos. Cuando se cuecen poco tiempo, y ademas de esto se economiza oro, que se reduce mezclándolo con plata ó usándolo en capas muy delgadas, lo cual se nace empleando oro por medio del mercurio y añadiendo negro de humo, obtiénense dorados muy brillantes al salir del taller, pero de poquísima duración. Mr. Rousseau acaba de encontrar un procedimiento en virtud del cual se gasta muy poco oro en los filetes de los platos, tazas, etc., y que, sin embargo, resultan muy permanentes. Mr. Rousseau ha obtenido en Francia un privilegio de invención que garantiza la propiedad de su descubrimiento.

En vez de aplicar el oro con pincel, aplicase también por impresión. Se graba principalmente sobre planchas de acero. Empleóse un aceite de impresión preparado con aceite de linaza, calentado hasta que se inflama; se deja enfriar y se vuelve á calentar de manera que absorba el negro do humo. Se muele sobre cristal dicho aceite con oro disuelto que lleve la décima quinta parte de fundente y mezclado con la tercera parte de negro de humo. Se pone dicha tinta sobre la plancha y luego se imprime.

Efectúase la operación de tres maneras: sobre papel y barniz, sobre, papel y bizcocho y sobre gelatina.

La primera operación tiene por objeto hacer el estampado sobre la vajilla después de cubierta con su baño; se imprime sobre papel de seda convenientemente humedecido; se unta el barniz con una mixtión compuesta de esencia de trementina y una duodécima parle de barniz de copal: se deja secar en la estufa: se coge el papel en que se hala el dibujo de la plancha, se escurre el agua que tenga de esceso haciéndolo gotear sobre una placa de porcelana deslustrada, y se coloca sobre la pieza de modo que el dibujo caiga en el sitio conveniente; se calca el grabado apoyando sobre el papel una muñequita de fieltro ó un cilindro pequeño: el papel se levanta con facilidad. En seguida conviene echar un poco do oro sobre las señales ó líneas que quedan, porque si no, despues de pasar el objeto por el luego de la mufla, solo resultarían rasgos demasiado finos ó superficies muy granosas. Se pone dentro de un cajon de papel de cartas oro en polvo muy fino y muy seco, que solo tenga 3 por 400 de fundente, y molido con agua. Cuando todavía se conserva viscosa la impresión, tómase con un pincel dicho oro en polvo y se va pasando por todos los lineamiento que, en virtud de su viscosidad, se apoderan del oro y lo retienen. Después de esto se pasa un pincel fino de tejón, con objeto de quitar el oro sobrante; por último, se cuece la pieza en la mufla y se bruñe.

La impresión sobre papel y bizcocho se hace como la anterior, pero usando papel fuerte que no se rasgue, y que, torcido como una cuerda, adquiera la fuerza de esta. Solo en Inglaterra se fabrica bien. Se descarga el calcado sobre el bizcocho de las lozas finas y de la porcelana blanda sin ninguna preparación, aplicando tan solo el grabado: el papel no se desprende sino después de estar mucho tiempo debajo del agua. Se polvorea coa oro y se cuece, con objeto de quitar las materias grasas antes de poner el esmalte ó el barniz.

La impresión por gelatina se hace imprimiendo sobre papel y descargando sobre una hoja de gelatina o tirando directamente sobre gelatina. En seguida se aplica la hoja de gelatina sobre la vajilla, en la cual se fija completamente y con toda claridad el dibujo que está al óleo. Se quita la plancha de gelatina y se polvorea con oro.

Bruñído.[]

El oro puesto con pincel en estado metálico se vuelve mate después del cocido. Cuando se desea que resulte algún mate en el adorno, se pulimenta separadamente, lo cual se llama bruñir al efecto. Si el oro ha de ser brillante, se bruñe á lo llano, frotándolo con fuerza y de un modo regular, primero para desbastar con bruñidores de agata, y luego con bruñidor de piedra sanguinaria.

Hecho el bruñido, se limpia el oro con blanco de España muy bien lavado, con objeto de quitarle las partes arenosas.

En las fábricas alemanas de porcelana de Meissen y Berlín, abreviase el bruñido, al menos en lo relativo á los filetes de platos, colocando estas piezas en la cabeza de un torno al aire, para hacer pasar la circunferencia del plato por el bruñidor que tiene en la mano el operario.

Los lustres de oro y plata no se bruñen: los líquidos que tienen en suspenso á dichos metales se estienden con un pincel sobre el barniz de las vajillas, y después de que se han puesto en las muflas de hierro á la temperatura rojo de cereza, se adhiere el metal y toma brillo, el cual se aumenta bastante cea solo frotar fuertemente el objeto con un lienzo. Este género de adorno se usa principalinente en Meissen, en donde se introdujo hacia 1836, y goza de gran boga. No se ha conocido por lo general su preparación hasta 1843. Cuando se usa este oro sobre el bizcocho, produce un mate bastante bueno y es permanente. Aplicado sobre barniz, es muy brillante, pero nada sólido.

Empléanse también algunos otros lustres, que tuvieron gran séquito, pero cuya época ha pasado ya. El primero que se presenta es el lustre burgos, que tiene el viso de color de rosa y al mismo tiempo el amarillento de algunas conchas: pero no es opaco y deja ver el baño. Prepárase fundiendo á la vez azufre, oro y potasa, disolviendo todo en agua y precipitándolo por medio de un ácido flojo. Se recoge el precipitado y se conserva en forma de jarabe espeso con esencia de espliego. Se muele con un poco de fundente y se estiende una capa muy delgada sobre el barniz de la pieza á que se destina. Se cuece, y esto basta para darle su brillo.

El lustre cantárida se obtiene mezclando barniz vitrificable y plomífero, ó cristal de plomo, un poco de óxido de bismuto y otro poco de cloruro de plata: aplícase con pincel. Se pasa la pieza de porcelana por el fuego de mufla, y cuando está roja se espone al humo de un combustible mineral ó vegetal. Vueltos á su estado natural la plata y el plomo, todas sus partes lustrosas toman los colores verdes, rojizos y azulados del iris.

No se conoce Bien el modo de hacer el lustre de litargirio y el lustre cobrizo. El primero solo se ve en las vajillas ordinarias procedentes del Oriente de Alemania: tiene un brillo metálico de pro cubierto con tintas semejantes á las del arco iris, éntre las cuales domina el amarillo. Mr. Brongniart piensa que es un barniz muy cargado de óxido de plomo, en el que ha vuelto el metal á su estado natural después de haberse ahumado.

El lustre cobrizo encuéntrase principalmente en las lozas ordinarias de España , cerca de Valencia: presenta el aspecto y el tornasolado rosa y amarillento del lustre burgos, pero un poco mas purpurino: su brillo y riqueza en nada ceden a los obtenidos por medio del oro. Monsieur Brongniart cree que se compone de una película imperceptible de silicato de protóxido de cobre. Lo ha reproducido del modo siguiente, que debe ser muy análogo al usado en Valencia. Habiendo enrojecido en una mulla pequeña algunos pedazos de loza, introdujo por una aberturita un papel con óxido de cobre: cerró con betún las aberturas y dejó que se enfriase. Cuando fue á ver el resultado, encontró los pedazos cubiertos por varios sitios con un lustre que en nada se diferenciaba de los mejores que presentan los objetos hechos en España.

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